Toshiro Kanamori, apoya el modelo de
aprendizaje activo, que consiste en el proceso cuyo diseño e implementación se
centra en el alumno, al promover su participación y reflexión continua a través
de actividades que favorecen el diálogo, la colaboración, el desarrollo y
construcción de conocimientos, así como habilidades y actitudes. Las
actividades, se caracterizan por ser motivadoras, orientadas a profundizar en
el conocimiento, además de desarrollar en los alumnos habilidades de búsqueda,
análisis y síntesis de la información, también promueven una adaptación activa
a la solución de problemas.
Kanamori, mediante
el desarrollo de un aprendizaje con ternura en la escuela, y con el que consigue
mezclar diversión y aprendizaje, para enseñarles a sus alumnos el arte de
vivir. Intenta mostrar, mediante prácticas como cartas donde expresan sus
sentimientos o juegos en el exterior, que lo más importante es ser feliz. Apela
a sus emociones, llantos y risas para crear un lazo afectivo entre todos los
compañeros del aula.
Sus teorías se centran, en que
para vivir feliz, los niños deben aprender a pensar en los demás, que la
felicidad propia consiste en la felicidad en conjunto. Las lecturas de sus
cartas en voz alta con los pensamientos internos de cada niño, muestran
sentimientos de alegría, irritación, firmeza y gratitud. Lo q intenta Kanamori
es que los niños compartan sus propias experiencias y empaticen con el resto.
Reconocer su propia vulnerabilidad, les ayudara a crecer como personas y
fomentar la ayuda a los demás.
Lo que pretende Kanamori, es
mostrar que la felicidad propia está en la de todos, y su aprendizaje se basa
en ejercicios y juegos para reflexionar sobre quiénes son, y entender el
significado de la vida a través de los sentimientos, consiguiendo fuertes
vínculos de amistad entre los niños, y enseñándoles que en eso está la clave de
la felicidad.
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