
Seminci 2014
Presentación Seminci 2014
En estos días en los que empieza a ganar terreno la idea importada de que la Cultura (con Mayúscula) es para quien la pague o se la pueda permitir, reivindicamos, más que nunca, el principio de que la Cultura es un bien público y un servicio al ciudadano, que los poderes políticos y económicos deberían asegurar. La Cultura era, y debe seguir siendo,parte de ese Estado del Bienestar, que nos dimos los países desarrollados tras la Segunda Guerra Mundial y que incluye también el derecho a la educación y a la sanidad para todos.
Hoy ese Estado del Bienestar está quebrado y corre peligro de desaparecer si la Cultura no nos ofrece, a través del arte, ese alimento básico para hacernos más llevadera, amena y rica la vida diaria.
El cine es esa parte del arte y de la cultura que ha nutrido a generaciones enteras de europeos y españoles y nos ha permitido entender mejor los cambios sociales y tecnológicos que en un solo siglo se han producido. Películas de cine que nos han permitido ver reflejadas en la pantalla sueños, anhelos, dudas y frustraciones y, por tanto, sentirnos iguales a muchos ciudadanos del mundo. El cine es un bien artístico a proteger por los estados pues, además de arte y negocio, es el reflejo de una manera de pensar y sentir de un pueblo y un escaparate de su identidad cultural.
La difícil situación del cine español, con el consumo en salas en descenso y la producción mermada por la revolución tecnológica, la piratería y el abusivo iva del 21%, hace muy difícil su futuro. Es responsabilidad de quienes gobiernan no dejar que se hunda una industria de la que hasta hace unos años vivían directa o indirectamente en España 150.000 personas y que a muchos nos hacía sentir orgullosos de nuestro país y nuestra cultura. Y ahora, que estamos empeñados en potenciar la marca de España por el mundo, no olvidemos que la industria audiovisual es la que goza de una mayor visibilidad.
Espero que la selección de películas que hemos hecho para esta 59 edición les mueva a seguir amando el cine, en especial el de autor, y defendiendo su influencia como Séptimo Arte y como escaparate de identidades y culturas de todo el mundo. Por favor ¡¡llenen las salas de cine de Valladolid!! Ésa será la mejor contribución para la defensa del cine y de este festival.
Javier Angulo. Director de la SEMINCI
Historia del festival
La espiga y otros premios

La espiga es el trofeo por el que compiten las cintas que participan en la Sección Oficial, dotado con un premio de 60.000 € para los largometrajes y 6.000 € para los cortometrajes. Un premio ya clásico que han recibido algunos de los más importantes realizadores de las últimas décadas, cuya entrega tiene lugar en la gala de clausura que se celebra en el Teatro Calderón.
De oro o de plata, la Espiga de Oro se erige como principal galardón de la Seminci tras la desaparición del antiguo Lábaro y, antes aún, del originario Dom Bosco.
Cuando en 1956 dio comienzo la Seminci, conocida entonces como Semana de Cine Religioso, el festival no se concibió como una competición, por lo que en esa primera edición y la siguiente no se otorgó ningún premio.
No fue hasta la tercera edición del festival, en 1958, cuando apareció el 'Dom Bosco', de oro para la película ganadora y de plata para la finalista, junto al reconocimiento de 'Mención Especial'.
Su existencia, sin embargo, fue muy corta. Un año después, el Don Bosco dio paso al Lábaro y el premio de 'Mención Especial' desapareció y fue sustituido por el 'Premio Ciudad de Valladolid'. En su primer año de vida, el Lábaro de Oro recaería en The Prisoner, de Peter Glenville, en la categoría de largometrajes, y en Die Weltenuhr, producción de la Alemania federal, en la de cortometrajes.
Tan solo un año después, en 1960, un nuevo galardón tomaba forma. Surgía así la Espiga, que años después se convertiría en el principal reconocimiento del festival pero que, hasta entonces, compartiría papel con el Lábaro, el 'Premio Ciudad de Valladolid' y las 'Menciones Especiales'. A lo largo de las siguientes ediciones el festival mantuvo estos premios, a los que se unió, en 1961, el Premio San Gregorio y el Premio FIPRESCI, concedido por la Federación Internacional de Prensa Cinematográfica.
En 1974, en la decimonovena edición del festival, desaparece finalmente el Lábaro. A partir de este momento, la Espiga pasa a convertirse en el galardón principal del certamen.

La historia del festival avanzaría pareja a la aparición de nuevos premios. Esta constante sigue viva, con el nacimiento de galardones como el Premio a la Diversidad Cultural, el Premio del Público, el Premio al Mejor Cortometraje Europeo, Premio a la Mejor Música o el Premio ‘La noche del Corto Español’. También han surgido nuevas secciones, dedicadas a los más jóvenes, como son Miniminci y Seminci Joven.
FUENTE: http://www.seminci.es/laespiga.php (consultado el 20/10/2014)
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